Es probable que sobre esto ya haya escrito en alguna de mis vidas pasadas. A fin de cuentas es muy difícil desprenderse de quiénes somos, y en las sucesivas vidas vuelvo una y otra vez a las mismas referencias. Hoy Belén Torregrosa se preguntaba en su blog «¿Dónde vives?» y yo me he acordado de los tiempos en los que cuando me preguntaban «¿Qué tal?» yo respondía con un nombre de pueblo o ciudad. «En Barcelona». «En Vitoria». «En Madrid». «Vuelvo de Ciria» y a la persona que preguntaba no le costaba nada traducir una ciudad en un estado de ánimo.
Ahora, un poco desubicada como estoy después de una mudanza, el estado de ánimo principal lo marca no sólo un lugar, sino sobre todo, una preposición. No vuelvo «de», sino que vuelvo «a». Vuelvo ‘a’ Barcelona, el lugar donde viví 1 año hace ya 10, y vuelvo ‘a’ Ciria, el lugar donde todo comenzó. Vuelvo comprando una casa, una en la que pasé horas y horas de conversación con mi tía Julia. Vuelvo ‘a’ porque el dónde y el porqué son una misma cosa.
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No podemos dejar nuestras raíces. Yo ando detrás de la casa de mis abuelos. Ya pienso en ella como mía.
¿Tú también? ¿Al final cómo va lo tuyo? Dejaste un comentario en el otro post, cuando yo comencé a rumiar la idea de comprar la casa, pero ya no he vuelto a saber nada más (y te he espiado el blog a veces para ver si ponías alguna novedad).
Qué bonita reflexión.
Esta mañana mientras esperaba en Correos pensaba en el tweet tuyo que leí al despertar: las ciudades como estados de ánimo. No lo había pensado nunca, y me pareció muy singular. Para mí las ciudades siempre han estado más ligadas a las personas -la ciudad donde hice el Erasmus, la ciudad donde compartí piso, la ciudad donde vive mi hermana- … pero me gusta: me parece hasta divertido ese: «¿Cómo estás?» vinculado a un lugar.
Que disfrutes mucho de tu nueva estancia en esa casa tan adverbial. 😉
Un abrazo,
*B
Belén, supongo que antes de irte de Erasmus tuviste que pasar una selección y rellenar unos papeles en los que una de las preguntas era «¿Por qué te quieres ir de Erasmus?» (o similar). Imagínate si ya por aquel entonces asociaba yo los lugares a los estados de ánimo que mi respuesta fue una sola línea «Porque sé que en Canterbury voy a ser feliz» (sobre esto, seguro, sí he escrito antes). Porque yo no quería ir de Erasmus, o al menos, no quería ir a un sitio cualquiera, yo sabía que mi Erasmus había de ser en Canterbury, ya desde primero de carrera que vi la plaza, hasta el último año que fue cuando la conseguí. El entrevistador después me preguntó si conocía a alguien allí, para hacer tal afirmación (supongo que imaginaba un amante o similar allí) pero no, no se trataba de eso. Era la misma ciudad la que me transmitía esa sensación.
Luego están los «cuándo», claro, que eso daría para otro post nuevo… 😉
Van lentos los papeles…
María, vaya, pues estás igual que yo, porque lo mío también va lento… con la ilusión que me hace tener ya la casa de la tía, y además, hay tanto que arreglar… No sé cómo estará la de tus abuelos, pero a la de mi tía le hace falta obra (el tejado nuevo, lo primero).
Tienes un regalo 😛