De la nostalgia y el miedo

Mi madre y yo, al menos una vez cada verano, solemos ir al cementerio del pueblo a limpiar la tumba de mis abuelos. También hace años, ya lo he explicado más de una vez, aprovechábamos para limpiar la tumba de mi tía Julia, aunque en ese momento en realidad estuviera todavía viva y con perfecta salud y nos acabáramos de tomar un pastas en su casa (se preparó su tumba a los 82 u 84 años y no murió hasta los 96).

A mí las visitas al cementerio me hacían disparar la imaginación y la nostalgia. Mitificaba esos momentos y me veía a mí misma año tras año honrando la memoria familiar a través del gesto de coger agua del río -o de transportarla desde el lavadero- y cubo y bayeta en mano ponerme manos a la obra.

Mi madre a veces me contaba historias de las personas que estaban en las otras tumbas. «Este era el conductor del autobús, nos gustaba gastarle bromas» o «esta se cayó del carro cuando volvía de la siembra, parecía que no se había hecho nada y mira». Lo hacía de forma neutra, sin ningún atisbo de nostalgia y a mí siempre me llamó la atención que eso fuera así.

Yo intentaba a veces explicarle mi punto de vista: «Ama, ¿a ti no te parece que limpiar la tumba de tus padres, de tus abuelos, de tus antepasados es una manera de que estén vivos y de no olvidarlos?» y ella solo decía: «no pienses tanto, la limpio porque se ha ensuciado y punto».

Me sorprendía mucho que mis nostalgias, incluso imaginadas (puesto que eran de un pasado que en realidad nunca conocí) fueran mucho mayores que las suyas: «Ama, ¿no te da pena que hayan tirado la iglesia donde te casaste y que ya no exista?» y ella: «Bah, menudo solar majo para pisos que va a quedar ahí», y yo: «Pero, es un sitio que fue importante para ti» y ella: «no hay que quedarse en el pasado, lo que importa es el presente».

Dice Sergio del Molino en su fantástico ensayo «La España vacía» que «la nostalgia es una expresión suave y resignada del miedo» y en esta entrevista (PDF) le preguntan qué tiene que ver la nostalgia con el miedo, a lo que él responde:

La nostalgia es un parapeto que te montas para no enfrentarte a lo que sucede a tu alrededor. Es una estrategia para no enfrentarte al presente porque está lleno de cosas que nos aterran. El pasado idealizado es un escondite.

Y ahora lo sé, mi madre nunca ha tenido miedo. Yo, sin embargo, siempre he buscado escondites.

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