No te dejes engañar

Post escrito hace unas dos semanas, publicado «en diferido»

Estoy en la oficina. Sí, ahora trabajo en una oficina. Lo mejor es el aire acondicionado y las 10 páginas del trayecto de tren. Estos días toca «Oceano Mar», mirar por la ventanilla y leer el mar también allí, detrás de las vías. En la oficina no debería escribir posts. Disimulo este documento en un bloc de notas y lo disfrazo con el nombre «omaha hi low post». Me siento un poco rebelde y sonrío. Podría escribir sobre los mails de buenos días que recibo todos las mañanas desde hace más de año y medio independientemente de si he dormido sola o acompañada. Antes no existían los girasoles. Pero me guardaré esas palabras para mí, porque me encanta robarlas y son mías. 

Hoy he leído a Carol Blenk y todavía estoy pensando en «emes» cayendo por un puente, en cartas que se dejan de escribir y en sueños que caen. Yo creo en los sueños que se levantan. Ahora tengo uno en camino, me acuerdo mucho de la Gaite y me repito: «No te dejes engañar». (En mi habitación de siempre, la de la casa de mis padres, pegué una pequeña nota sobre mi cama, para leerla todas las noches: «Normalmente se sueña una cosa y se hace otra. No te dejes engañar: intentar realizar los sueños es lo único que al final de la vida te reconcilia contigo mismo.»). He colgado con una chincheta una página de periódico de hace un par de meses en la que que había un artículo titulado «Volver a Carmiña». El aire del ventilador lo va moviendo y parece que vaya a salir volando. Es un ruido rítmico, el ventilador que gira y el papel que se estremece y gira también en un movimiento repetitivo y exacto. Desayuno. El aire se mueve: «No te dejes engañar». Leo. El aire se mueve: «No te dejes engañar». Enciendo el ordenador. El aire se mueve: «No te dejes engañar». Escribo. El aire se mueve: «No te dejes engañar»… 

No es tarea sencilla. Es tan fácil despistarse… Pero no quiero ser una eme víctima de un apócope que se tira de un piso 33 ardiendo («las emes finales cayendo como suicidas ardiendo del piso treinta y tres»).

pd: lo de las «emes» es del post de Carol Blenk de título «¿Cuándo se da cuenta uno de que se ha equivocado de profesión? ¿Cuando se le caen al suelo los horarios del tren? ¿Cuando dejas de escribir cartas?» (no encuentro el enlace ahora).

6 comentarios

Carol Blenk septiembre 22, 2008

No te lo vas a creer. Te acabo de leer y tengo un nudo en la garganta. Me han pasado cosas, pero no te preocupes, que no es nada. Pero me ha parecido alucinante leer ese «no te dejes engañar». Supongo que al leerlo lo he hecho mío, es un defecto que tengo.
Hoy me voy a la cama contenta porque todo ha terminado bien. Ya sé que soy críptica pero tu blog incita a las confidencias, yo qué sé.

Nuria, joder, Nuria, eres tan buena que no puedo decirte nada más elegante.

El enlace que buscabas:

http://narraciones.blogspot.com/2008/09/cundo-se-da-cuenta-uno-de-que-se-ha.html

nuria septiembre 22, 2008

Blenk, tú si que eres mejor que buena… si cada vez que te leo o me dan ganas de escribir o me quedo quieta pensado «joder qué buena es» (a mí tampoco se me ocurre nada más elegante). Y suena a peloteo barato, pero tú y yo (y nuestras guapas, y alguna/o que otro por ahí) sabemos que no es así.

Ya ves, la Gaite siempre está ahí para guiarnos en los laberintos («Lo importante es perder el miedo. Y volver a perderse sin miedo»). Me alegro de que todo haya terminado bien.

elena septiembre 23, 2008

jo vaya

nuri, este ha sido un post de los de antes, oye no te parece que estamos encogiendo y siendo un poco como las de antes (con las cosas buenas de las de ahora) no sé explicarlo mejor

voy a leer a la sr blenk..

por cierto, joder es perfectamente elegante…:)

muchos besos

suigeneris octubre 11, 2008

Me encanta redescubrirte, redescubriros… No os pierdo la pista, ni a ti ni a Blenk…

La vida es rara, ya lo sabes… Pero hay momentos en que la rareza se presenta como si te diera una hostia, y otros en que te acaricia…

No te dejes engañar… Creo que voy a grabármelo también a fuego… aunque sepamos que la vida es un engaño raro.

Gracias.

Bernardo Tonasse diciembre 3, 2008

Ah, cuantos textos he escribido en mi oficina! Lunes es el dia para volver de un sueño, escribir como un sonámbulo en medio de ejecutivos de marketing o periodistas… Lo disfrazo con muchas muchas ventanas abiertas y una cara austera. 🙂

A veces pienso que nuestros trabajos nunca tienen nada que ver con nosotros…

un abrazo,

Bernardo

nuria diciembre 4, 2008

Efectivamente Bernardo, qué bien sabes que nuestros trabajos no tienen nada que ver con nosotros… suerte que siempre se conoce gente interesante a uno u otro lado del ordenador 😉

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