Dejar huella

Mi guapa y yo estuvimos escuchando una canción de Facto delafe y las flores azules que dice “estaremos muertos toda la eternidad“. Mi guapa ha vuelto a pintar. Dice que quiere dejar huella y que quiere volver a sus instalaciones artísticas. Que nunca dominará la pintura, pero que en las instalaciones encuentra un camino para comunicar los conceptos que le rondan por la cabeza.

Cuando yo era pequeña, era muy solitaria, me sentía diferente al resto de niños/as de mi edad y fantaseaba con escribir una gran obra, ganar premios, salir en la tele y en los periódicos, ser famosa… porque eso me justificaría ante los ojos de los demás que ahora me veína como “la rarita del pueblo, la de los libros”.

La sensación de querer dejar huella a través de la escritura vino más tarde, cuando me afiancé en mis rarezas y no necesitaba la mirada de aprobación ajena. Dejar huella, trascender, era un asunto mucho más serio que ser famosa. Para trascender, también fantaseaba con escribir una gran obra, que fuera recordada por los siglos de los siglos y quedara fijada en los libros de literatura.

Ahora que he crecido me doy cuenta de que todas las personas dejan una huella. No hace falta ser la gran artista ni la gran escritora. Cada uno de nuestros pequeños actos puede cambiar el rumbo de una historia, y dejar así una huella cuyo rastro no somos capaces de seguir, y que en la mayoría de ocasiones, ni conocemos. Yo he tenido mucha suerte, porque gracias al libro “¿De otro planeta?“, que fue un libro pequeño pero grande, pude saber de varias huellas que dejé sin proponérmelo, de vidas que cambiaron porque ese libro existió, y porque yo un día en pijama decidí hacerlo.

Por ejemplo, tiempo después de que saliera el libro, cuando ya estaba agotado, acudí a una cena de una asociación y conocí a una chica con la que estuve hablando de muchas cosas, pero no del libro, hasta que alguien se me acercó y me dijo “tú eres la editora del libro de blogs” y eso despertó la curiosidad de mi primera interlocutora. Prometí enviárselo por mail en PDF y así lo hice. Ya por mail, me comentó que le había gustado especialmente una de las autoras. Quedamos en persona y tomando café le certifiqué que esa autora era una persona fantástica, que tendría que conocerla. Eso fue hace años. Ahora son pareja. Una historia que empezó con otra historia.

Tenía un amigo al que le fascinaba saber exactamente dónde acababa/empezaba la lluvia y fue cocinero en un barco sólo para poder comprobarlo. De la misma manera, a mí siempre me ha fascinado el “Todo ha empezado siempre ya antes” que dice Italo Calvino. ¿Dónde está el inicio de una historia? ¿Qué hechos son indispensables para que yo esté aquí ahora escribiendo este texto? ¿Cuáles de mis actos, sin yo saberlo, han servido para que algo cambie, han dejado una huella en otras personas?

Me imagino un mapa lleno de constelaciones cruzadas. No me hace falta escribir la gran obra. Basta con los pasos del día a día.

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