Salir del arte
Si las luchas en la escala social se organizaran de acuerdo con esta ambición, si desde el primer pistoletazo de salida el objetivo de cualquiera fuera adquirir la propiedad de un medio de producción, entonces esta sociedad capitalista se desintegraría.
Por eso se ha construido el otro relato, el de ser un buen hombre y mantener bien a la familia y adquirir una buena reputación. Edmundo Gómez Risco [el protagonista de Lo real, la cuarta novela de Belén Gopegui] quiere romper ese relato, poner en evidencia la figura ausente, aquello de lo que no se habla, a saber: ¿quién decide y en qué momento que el destino de una persona sea aspirar a un trabajo «digno» y a la cadena de aspiraciones que el trabajo trae consigo, en vez de aspirar a un medio de producción?
[…] la lucha por las palabras, la lucha por los mundos imaginados, no puede separarse de la lucha contra el orden establecido.
[…] Pero otras veces pienso en invertir el orden. Desaparecer primero, abandonar la institución, abandonar la literatura e incorporarme a un lugar en donde se produzcan o al menos puedan producirse historias según la perspectiva que hoy suscribo, a saber: «La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria».
Retaguardia y ficción
Para este momento de la historia propongo que la ficción, la ficción que se quiera revolucionaria, trabaje en la retaguardia.
[…]
De los proyectos literarios y cinematográficos de nuestro tiempo, ¿cuántos trabajan en esta línea? Muy pocos. Y de esos pocos les diré que prefiero a los que trabajan desde la retaguardia que a los que, preocupados por estar en la vanguardia, tantas veces acaban estando en la vanguardia, sí, pero en la vanguardia del ejército enemigo.
¿Qué entiendo por trabajar en la retaguardia? Aceptar que el conocimiento no está separado de la acción. Aceptar —segunda tesis sobre Feurbach— que es en la práctica donde las personas tienen que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. Y aceptar que esto vale también para el arte, para la literatura, para el artista. Porque la ficción persigue, o puede, o debe en mi opinión perseguir una clase de verdad.