Deshacerse de libros

Últimamente había leído varios artículos que hablaban sobre cómo quedarse sólo con los libros imprescindibles en casa y cómo deshacerse con método implacable del resto. Se me ha ocurrido hacer la prueba sólo con cuatro baldas que tengo justamente ahora en mi espalda y el resultado es el siguiente:

Total de libros: 78
Total de los que podría prescindir: 6

Los he vuelto a mirar intentando espurgar algo más, pero nada.

Debemos tener en cuenta que una de mis baldas ya lleva el título de «Imprescindibles» marcado y contiene primeras ediciones y libros dificilísimos de encontrar (como «La historia interminable» con tapas de color cobre, antes de que se hiciera la película -de este libro tengo dos ejemplares, de hecho, uno para mí, y otro para alguien que todavía no sé quién es pero que seguro que aparecerá algún día, y si entonces no tengo ese ejemplar lo lamentaré mucho-). Aquí está también el ejemplar de «La reina de las nieves» que me llevé de la casa de la mismísima Gaite, y también la primera edición de Retahílas firmada por ella en el año 77 (el mismo que yo nací).

Otra de las baldas lleva el título «Poesía», con lo cual, queda descartado eliminar libros de allí. ¿Cómo deshacerme del libro de Rosario Castellanos «Poesía no eres tú» que estuve buscando infructuosamente en México, para encontrarlo años después en Barcelona de casualidad? ¿o la obra completa de Concha García o de Aurora Luque, poetas marginales? ¿o el libro de Carlos Martínez Rivas «La insurrección solitaria» editado en plena revolución sandinista y regalo de una persona que luchó en aquella revolución?…

Con la balda «Estudios» me viene a pasar lo mismo que con la de «Poesía», no puedo deshacerme de la Norton Anthology of American Literature (que vino conmigo desde Inglaterra) o de Mimesis, de Auerbach, que parecía ser el último ejemplar que había en todo Barcelona. Aquí también hay libros de amigos, un historiador, un experto en cáncer, e incluso un libro de fotografías sobre Palestina que realizó un compañero de máster.

Y así podría continuar con todos. Todos mis libros, los ejemplares concretos que tengo a la vista tienen una historia, y soy incapaz de deshacerme de esa historia, que son parte de mí, son mis recuerdos.

3 comentarios

Blumm enero 15, 2011

Yo necesitaba espacio, Nuria. En casa había 1100 libros. En las vacaciones de Navida el expurgo ha sido severo. Casi 600 han ido a una librería de viejo: donados. Otros los he regalado a varios amigos y otros los estoy vendiendo por el blog.
Eran libros leídos. Eran libros que ya no necesitaba. Eran libros que en mi vida iba a tener tiempo para leer. Visto de otra manera: iba a morirme sin volver a tocarlos. Así de cruda es la realidad, es el tiempo.
Amo los libros, si se me acepta la aplicación del verbo amar aplicado a un libro, por eso leo. El amor al libro sólo se demuestra leyéndolo no guardándolo. Pienso.
Un saludo.

Funes marzo 10, 2011

En Argentina y en varios países del mundo se está haciendo popular el movimiento Libro Libre que consiste en dejar libros en plazas o lugares públicos para que la gente que camina por allí pueda tomarlo y llevárselos a sus casas. La condición (expresada en la primera página del mismo) es que una vez leído debe hacerse el mismo gesto: llevar el libro a una plaza o lugar público para que otra persona lo recoja y pueda conocerlo/leerlo.

Imagino que con 6 ejemplares es una jornada divertida de repartición de ejemplares, un domingo de sol, sesión de fotos incluida.
Con 600 ejemplares… boah… no lo imagino tan divertido, claro. Es más bien un trabajo. Celebro que los hayas donado: no es exactamente lo mismo que hace el movimiento pero sí seguro alguien más podrá disfrutar de ese objeto.

Saludos

Roberto octubre 22, 2013

pues yo conozco a unos chicos de Barcelona que trabajan para una ong (Harpenden Spotlight on Afica (HSoA)) que te pasan a buscar a casa todos los libros que no necesites o quieras deshacerte de ellos totalmente gratis, son muy majos, os dejo aquí el link a su página web. http://recogemostuslibros.com/

Deja una respuesta