Mi amiga Cosima me invitó a principios de diciembre al preestreno de su documental «Comprar, llençar, comprar» («Comprar, tirar, comprar») que trata sobre la obsolescencia de los productos, es decir, sobre la mayor o menor capacidad de aquello que consumimos (desde la ropa hasta la última tecnología) para volverse obsoleto, ya sea porque cambian los gustos de diseño, las modas…; porque son superados por nuevos modelos mucho más completos o porque simplemente llega un momento en el que dejan de funcionar. Cuando las cosas se vuelven obsoletas, en la sociedad de consumo, las tiramos y compramos otras nuevas.
Cosima hacía tiempo que estudiaba este tema, y ya había realizado un reportaje sobre los problemas que los cambios de tecnología (y de formato) causan al archivo y recuperación de vídeos y audios. Ella misma se había enfrentando más de una vez a formatos incompatibles o grabaciones antiguas que con la tecnología actual eran imposibles de recuperar. Sin ir más lejos, la mayoría de nosotros tenemos por ahí cassettes de audio que ahora son prácticamente irrecuperables, salvo que tengamos el reproductor de la época (yo conservo mi primer «walkman» y también una grabadora de voz de cassette de toda la vida).
En su película Cosima demuestra que existe una obsolescencia programada y calculada por las empresas y productores, con el objetivo de que sus productos duren menos y haya que cambiarlos cada vez con más frecuencia, para poder seguir produciendo y vendiendo. Pone como ejemplo una bombilla que lleva más de 100 años funcionando ininterrumpidamente en un parque de bomberos de un pueblo de EE.UU (las actuales bombillas sólo tienen una vida media de 1.000 horas) y una impresora con un chip puesto por el fabricante que en cuanto se alcanza un número determinado de impresiones hace que el aparato deje de funcionar (existe un programa para resetear este chip-contador y ponerlo a cero, de tal manera que «milagrosamente» desaparece la «avería»).
Viendo su documental -que al final vi hace una semana por internet porque me fue imposible acudir al preestreno- me dio por pensar en que con todo esto del mundo digital del libro, junto a sus indudables ventajas, tenemos el peligro de convertir a los libros en un mercado obsolescente. Soy consciente de que el papel no dura para toda la vida y que quizás en 70 años mis libros empezarán a quebrarse y alguien (no estaré yo para verlo) se deshará de ellos. Pero un producto de 70 años de vida, no es un producto obsolescente. Ahora bien, ¿alguien se imagina de verdad que un archivo descargado le va a durar 70 años? Quizás sea porque estamos al principio de la revolución digital en la literatura (seguro que los sumerios hubieran pensado -con toda la razón- que una escritura sobre soporte de piedra es mucho más duradera que una sobre pergamino y no digamos ya papel) pero a mí me cuesta imaginarme guardando un archivo en diferentes dispositivos (ordenadores, móviles, ereaders, etc) durante todo ese tiempo.
Parece que con cada avance los soportes de lectura se vuelven un poco más obsolescentes. Un libro tradicional (de papel) no necesita de ningún otro soporte (contenido y soporte van indefectiblemente unidos) para disfrutar de él. Con un ebook, sin embargo, siempre vamos a depender de una tecnología de los soportes que nos puede traer más de un quebradero de cabeza, y que nos abocará al mercado del «comprar, tirar, comprar». Y no, no reniego del ebook, muy al contrario soy una absoluta conversa. Los formatos digitales nos permitirán concebir la edición, la lectura y hasta la escritura de una manera totalmente nueva: libros a la carta, comentarios de los lectores dentro de los propios ebooks que podrían llegar de forma inmediata a los autores, experiencias de lectura compartida… y por supuesto la lectura en soledad como la venimos practicando hasta ahora, en pantallas que no dañan la vista y en cualquier lugar.
Todo eso es bueno, claro que es bueno, no hay que tener miedo a lo digital, hay que saber sacarle el máximo partido. Sólo me pregunto si el sector editorial está dispuesto a trabajar en común hacia un libro digital no obsolescente (sin drm, sin limitaciones, con estándares reales de formato -y no con formatos pertenecientes a ecosistemas o no válidos para ciertos contenidos-) o si por el contrario acabaremos todos dependiendo de las compañías tecnológicas y el soporte (obsolescente desde su mismo nacimiento) pasará a ser más importante que el contenido.
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- Próxima emisión de «Comprar, tirar, comprar»: TVE (La 2) lo emitirá el día 9 de enero a las 22h en castellano, pero será la versió corta de 52 minutos (la original dura 75 minutos). Además, Cosima me informa de que a partir de ese día y sólo durante dos semanas, se podrá ver aquí: http://www.rtve.es/television/documentales/comprar-tirar-comprar/directo/
- Entrevista a Cosima Danoritzer
- Trailer y más información sobre «Comprar, llençar, comprar» (en catalán)
5 comentarios
Hala ya he aprendido una palabra hoy obsolescente (que a mí me suena a adolescente)
y me parece que es todo muy de verdad, yo sigo prefiriendo doblarle el piquito a las páginas del libro que dar a un botón…
sobre la ropa y demás cacharros, pues claro claro que nos controlan y lo peor es que nos dejamos controlar
Buscaré el documental ¿está en catalán?
un besito nuri (pd: luego igual te llamo cuando esté en un metro o en un bus 🙂
A ver si busco un artículo que leí hace algunos meses sobre si seremos capaces de leer los formatos actuales en el futuro, bastante interesante.
Supongo que las ediciones digitales de los libros irán evolucionando a medida que el formato (ePub en este caso) vaya evolucionando. Además, irán apareciendo más versiones, desde una bilingüe hasta con prólogo o ilustrada (o con vídeos). Mil cosas.
Pero por suerte siempre habrá más libros que editar y que leer.
Cosima se merece llegar lejos, muy muy lejos con este trabajo. A mí me ha parecido simplemente perfecto, le voy a dar toda la difusión que pueda. Si la ves, o si hablas con ella, díle que tiene una fan 😉
Desde que lo anunciaron, lo tengo apuntadísimo para no perdérmelo. Ya conoces mi opinión sobre el «ruido digital» (y mi arrepentimiento). Tampoco sé si es bueno que todo el mundo tenga que tener una opinión sobre todas las cosas, por cierto. No me imagino un libro «comentado». De momento, casi ninguno de los libros que suelen interesarme pueden leerse en formatos digitales (luego está el problema de que puedes comprar libros en papel en Amazon, pero intenta comprar un ebook desde España).
Vi el documental y me pareció buenísimo, felicito desde aquí a tu amiga pues fue una sacudida para mi conciencia. Me hizo replantearme actitudes que no me había dado cuenta que tenía.
En cuanto a tu reflexión sobre los libros y sus diferentes «modalidades», no creo que haya ningún peligro. Hay cosas que no desaparecerán nunca, contra las que nadia podrá y los libros son una de esas cosas. Me encantan los ebooks, me gusta leer en cualquier soporte, pero el «amor» que provocan las historias contadas en papel, no desparece por ello.
Un saludo