Cosima Dannoritzer es la directora de «Comprar, tirar, comprar«, uno de los documentales de los que más se ha hablado en la red durante su emisión (el hashtag #obsolescencia llegó a ser trending topic mundial en Twitter). También es colaboradora habitual de Iguazú, la revista que dirijo, y puedo certificar que la película comenzó siendo una idea pequeña, una apuesta personal de Cosima, en la que creyó hasta involucrar a nueve canales de televisión en la producción y en la que trabajó más de 3 años, muchas veces sin cobrar, y otras tantas en condiciones muy duras (como la parte rodada en el vertedero en Ghana).
La primera emisión del documental fue en TV3, una versión larga de 72 minutos (en catalán) que estuvo colgada durante un tiempo en la web de TV3, hasta que desapareció «misteriosamente» y pasó luego a emitirse en TVE, en castellano, pero ya en su versión corta de 56 minutos. Como mucha gente comentaba que esta «desaparición» de la versión larga se debía a intereses políticos y/o empresariales por la denuncia que hacía el documental, pregunté a Cosima a qué se debía realmente, y también hablamos del tema de las versiones piratas que andaban circulando por la red. En realidad no había ningún misterio, y simplemente TVE había comprado unos derechos y TV3 otros, y no se podían emitir a la vez en las dos webs. Pero lo interesante es el cruce de mails que tuvimos sobre cuánto cuesta hacer un documental de archivo y cómo la piratería afecta a las productoras y a ella como creadora en este caso concreto.
Ahora Cosima me envía un texto redactado con todo lo que estuvimos comentando en su día, así que a partir de aquí le cedo a ella la palabra.
Tarifas de los archivos
Te cuento muy por encima cuáles son las tarifas que hemos tenido que pagar por los archivos utilizados en el documental, para que te hagas una idea de todo el dinero que invierte sólo en eso la productora:
- Una foto o un documento te puede costar 20 – 250 euros la pieza (depende de la fuente).
- Un minuto de archivo, por ejemplo noticias antiguas tipo Nodo: desde 500 hasta 3000 euros.
- Un minuto de un extracto de una película de ficción, hasta 5000 euros o más, depende del estudio y de la película.
- El New York Times nos pidió 2.000 dólares para poder enseñar un titular emblemático de los años 50.
Los precios varían, depende dónde y cuántas veces enseñas tu documental y qué tipo de programa es. Para un programa con contenido educativo o para un canal público igual puedes negociar un precio diferente que para una explotación más comercial que incluye canales que llevan anuncios, una distribución en cines, o incluso ventas por internet.
La visión de una documentalista independiente ante la piratería
La última vez que miré por internet, mi documental ‘Comprar, tirar, comprar’ tenía colgadas 15 versiones piratas en castellano, tres en catalán, y un número creciente en francés y alemán. La versión noruega (con la voz en off en inglés y subtítulos en noruego) está sirviendo como versión inglesa (alguien incluso ha traducido las entrevistas alemanas y francesas al inglés y las ha subido a un blog) mientras que no existe todavía una versión propiamente inglesa.
En total, ahora mismo aproximadamente 2.5 millones de personas han visto el documental, un medio millón de ellas una versión pirata. Una versión pirata en Vimeo, Youtube, Piratebay, etc. es un problema en varios frentes. Por un lado, me encanta que haya tanto interés y que de esta manera el documental sea accesible en países donde por el momento no se ha emitido por televisión, pero por otro lado, las cosas no son tan fáciles como simplemente subir algo a la red y ya está.
En primer lugar, esto es un documental con mucho material de archivo que viene de más de 25 fuentes diferentes, y para cada foto y trocito de material tenemos un contrato, que suele ser para un determinado número de emisiones en un territorio/país especifico, con tarifas y condiciones fijas. Con el pago de esas tarifas, los archivos nos han dejado acceso a su material y nos han facilitado copias de calidad para emitir en televisión. Los derechos para internet (que no está limitado a un país o un número de visionados o años) son muchísimo más caros, hasta 10 veces más, e incluso a veces este tipo de derechos ilimitados ni siquiera se venden.
Sé que hay gente que piensa que los archivos deberían ser gratuitos, pero puesto que la conservación de celuloide antiguo no se financia de otra manera (en la mayoría de casos cuentan con muy pocas o ninguna ayuda pública), los gastos de conservación los sufragan los propios archivos, con el dinero de las ventas de derechos. Algunos cuentan con subvenciones estatales y otro son fundaciones privadas sostenidas con donativos, pero generalmente conservar películas, cintas, fotografías y documentos antiguos es un proceso caro que requiere especialistas y condiciones determinadas (por ejemplo, el material tiene que conservarse bajo temperaturas y niveles de humedad determinados).
En segundo lugar, si queremos vender el documental a otros países (que es absolutamente necesario para cubrir el resto de los gastos de producción), es mucho más difícil si en el país en cuestión ya se puede ver gratis. A nosotros una distribudora de DVDs nos ha dicho que ya no vale la pena. Seguimos buscando… pero la venta de DVDs de calidad (con la imagen de más resolución que YouTube, con extras y varios idiomas) se hace cada vez más difícil. Antes la venta de DVDs era una parta pequeña pero útil en el presupuesto de un proyecto, ahora esta parte está en peligro de extinción.
En tercer lugar, si el documental fuera realmente gratis a través de la web, no me supone un problema a nivel moral porque por lo menos habría acceso universal. Pero el tema es que, por ejemplo, la persona que ha subido la versión en YouTube que ahora mismo lleva 460.000 visionados, está recibiendo dinero de YouTube por esto. Es alguien que no conocemos y que no ha trabajado en la producción. Mientras esta persona cobra por colgar nuestro vídeo en la red, nosotros hemos estado más de tres años montando esta producción, y solamente durante una parte de este tiempo hemos cobrado un sueldo. Es decir, es un poco como si cojo la casa que ha construido alguien durante tres tres años, la alquilo a otros sin ser mía y los beneficios sólo van para mí, no para las personas que han puesto los ladrillos.
En nuestro caso, nos podemos considerar afortunados, porque al haber conseguido previamente involucrar en la producción a nueve canales de televisión, las versiones piratas no nos afectan tanto como a otros en cuanto a que se retribuya nuestro trabajo. Pero una productora que hace un vídeo independiente para luego venderlo, tiene la venta muy difícil si el vídeo aparece por la web de forma gratis.
Así, poco a poco va ser más complicado hacer documentales porque todo el equipo necesitará otro trabajo para mantenerse. Algunos documentales se pueden hacer de forma muy barata, saliendo a la calle con una cámara pequeña, pero un documental de investigación, con material de archivo y localizaciones en varios países necesita más financiación.
Lo ideal para mí sería que los archivos fueran un poco más baratos, y que Youtube, en vez de pagar a cualquiera que sube un vídeo, pagara a la persona que tiene los derechos, aunque sólo fueran unos céntimos por cada visionado*. Eso ayudaría a mantener toda una industria de documentales independientes, y un oficio que tiene derecho a un sueldo digno, como todos los oficios.
* Nota de la Editora con carrito: en principio Youtube ya ofrece esta opción a los titulares reales de los derechos. Según una conferencia suya a la que asistí durante el Web Congress Barcelona, cuando detectan una infracción de derechos de este tipo, ofrecen a los titulares mandar retirar el vídeo o no retirarlo pero que sean los titulares los que participen de los beneficios obtenidos por la publicidad incrustada en él.
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