Llegué a Barcelona en noviembre de 2001, para cursar un máster en Cine Documental. En mi clase había una chica de Soria, Elena, de quien mucho tiempo más tarde supe que había sido alumna de una de mis vecinas del pueblo. Elena tenía una amiga pintora, Clara, y me pasó un par de cuadros suyos para publicarlos en mi revista. Un tiempo después de la publicación de ese número, casualmente me encontré con Elena y su grupo de amigas en un bar y me presentó a Clara. En ese momento, yo iba a la mío (con mi carrito repartiendo revistas) y ni me fijé en la gente que la acompañaba. Seis años después yo había conocido a mi guapa y le estaba enseñando en casa antiguos números de Iguazú. Al abrir el n.11 dijo: «¡Pero si has publicado a Clara! Espera… tú debes de ser la friki esa del carrito que nos encontramos una noche en un bar…» Efectivamente, ella estaba entre aquel grupo de gente al que yo no hice caso.
—
Esta tarde teníamos invitadas a comer. A mi guapa llevaba un tiempo hablándole de Arantza, una fan de Carmen Martín Gaite a quien había conocido indirectamente a través de Paola Vaggio, los blogs y el libro naranja. Arantza y yo nos caímos bien desde el primer momento -gracias también a varias coincidencias gaiteanas que merecerían otro post- y hemos ido quedando en ocasiones (curiosamente casi más en Madrid que en Barcelona) para compartir proyectos literarios. Estábamos en la terraza, charlando, he ido a la cocina para traer alguna cosa de la comida y me encuentro a mi guapa y a Arantza alucinadas porque resulta que se habían conocido hace quizás 20 años un verano que las dos pasaron en Inglaterra. A mi guapa le ha sonado Arantza desde que ha entrado por la puerta, y cuando ha dado con el nexo de unión, le ha preguntado. Entonces Arantza -que también estaba pensando que mi guapa no se le hacía desconocida- ha hecho click, y no sólo es que se conocieran, sino que eran del mismo grupo de amigas y aquel verano iban juntas a todas partes…
Me encanta cuando suceden estos «momentos Paul Auster». Por supuesto, hemos quedado para cenar juntas otro día, con fotos de aquella época en la mano. Arantza dice que está horrorosa, mi guapa dice que no, que es ella la que está terrible y yo les digo que bueno, que no se preocupen, que eran los 80…
5 comentarios
Es alucinante, no doy crédito… Estas cosas sólo te pasan a ti, editora, y a quien te rodea, claro 🙂
Un beso, muacks!
Qué fuerte. Qué historia. Me gusta. ¿Cómo fue la comida? En cuanto me recupere nos vemos.
A mi también me suelen pasar cosas de esas, pero normalmente no doy con la respuesta a ¿de qué conozco yo a esta persona?.
Me pasó con Inés, (¿te acuerdas?) se que nos hemos visto antes de Bcn, pero no se dónde.
Coincidimos haciendo un curso en el mismo sitio, pero a distintas horas y trabajamos para la misma revista on-line, pero nunca nos cruzamos por allí. Así que dónde nos encontramos sigue siendo un misterio sin resolver.
marta, yo apuesto a que inés y tú coincidistéis en la filmoteca de madrid en varias ocasiones, aunque no fuerais conscientes de ello. más raro es lo mío con inés, que las dos estamos convencidas de que nos conocemos de antes, y nada, por más que hemos repasado nuestras vidas no hemos coincidido en el espacio-tiempo… y raro es también que tú y yo no nos hubiéramos visto antes, con la de veces que estuve yo en ronda de atocha…
Sí, es verdad. Y más raro todavía es que Ainara y yo no nos conociésemos, viviendo a dos portales en la Ronda de Atocha. Qué cosas!